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 SALZBURGO, 25 AÑOS PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
Cuenta la leyenda que en el siglo VII San Ruperto, considerado el fundador de la ciudad, golpeó las rocas con un bastón de pastor e hizo brotar agua salada de ellas, descubriendo así ricos yacimientos de sal; y eso es lo que etimológicamente significa Salzburgo: ciudad de la sal. San Ruperto crea la ciudad a partir de un monasterio a los pies del monte Monchsberg, sobre las ruinas de la ciudad romana abandonada de Juvavum, en el punto en el que el valle del río Salzach se abre desde los Alpes y fluye hasta el Danubio. Es la sal, y más concretamente la explotación de las salinas de Salzkamergut, próximas a la ciudad, su transporte por el río y los peajes que se cobran los que determinarán su prosperidad venidera. No tardaría en ser un Arzobispado cuyos prelados eran también príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico y que pronto pasaría a ser Estado independiente, y como tal se mantuvo hasta la llegada de Napoleón en 1803. La historia de esta refinada y culta ciudad no se entiende sin profundizar un poco en estas figuras, los príncipes-eclesiásticos, muchos de ellos verdaderos déspotas y otros auténticos mecenas de las artes, cada uno con su propio escudo de
Vista de la Fortaleza desde los jardines de Maribell
armas, que no perdían ocasión de incorporarlos a sus construcciones y por ello no es difícil saber quién la llevó a cabo (leones, cabras y hasta nabos).
La admiración por Roma que muchos de estos príncipes de la Iglesia tenían llegó a ser tan obsesiva que incluso llegaron a copiar los famosísimos relojes solares italianos en una ciudad en la que como dicen los locales “llueve 170 días al año, el resto nieva y algún día sale el sol”. De entre todos estos príncipes-prelados destacaríamos cuatro por orden cronológico:
Leonardo von Keutschach (1495- 1519) de él se dice que, pese a ser analfabeto, fue determinante para el crecimiento económico de la ciudad al dar a Salzburgo, por primera vez en su historia, una moneda propia y al ensanche de los caminos para un mejor transporte de la sal. También fue responsable de una notable ampliación de la fortaleza, pues su escudo, el nabo, está presente en un buen número de edificaciones del espléndido complejo que es la fortaleza de Hohensalzburg, la más grande completamente conservada de Europa además de inexpugnable.
Wolf Dietrich von Reitenau (1587- 1612) de él se dice que es el introductor del estilo barroco en Salzburgo que se empieza a gestar tras el devastador incendio que asoló buena parte de su centro histórico durante su principado, en 1598. Se cree que desaparecieron unos 55 edificios entre románicos y góticos. El bellísimo palacio de Maribell es obra suya, pero por lo que ha pasado a la posteridad es más bien por su mundana vida con una amante, la bellísima judía Salomé Alt y sus 15 hijos.
Su sucesor será su primo, Markus Sittikus von Hohenems que iniciará la construcción de la Catedral de estilo ítalo-barroco de Salzburgo, además del impresionante palacio de verano de Hellbrunn a pocos kilómetros de la ciudad.
  Leonardo von Keutschach, en la Fortaleza
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