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HISTORIA, ARTE Y CULTURA
Sus calles empedradas, la infinidad de palacios, iglesias, plazas, mirado- res a un mar de olivos, sus bellos atar- deceres desde los cerros, el sosiego de sus callejuelas, inducen a sentir que el tiempo se ha detenido en ellas.
Son destinos para amantes de la historia, del arte y del patrimonio; es turismo por el interior andaluz que te sorprenderá pero que sin su historia no entenderíamos por qué estas bellas e increíbles ciudades están ahí.
Durante la Reconquista dado su importante valor estra- tégico, pues era zona fronteriza entre Castilla y Granada, los reyes castellanos les concedieron numerosos fueros y privilegios pues eran imprescindibles para culminarla. Aunque en los siglos XIV y XV empieza a haber un des- pegue, será el siglo XVI su época de esplendor al estable- cerse en ellas familias de alto abolengo pertenecientes a la nobleza que eran cargos importantes en la Administra- ción del Estado y sensibles a las corrientes Humanistas del primer Renacimiento, aunque muy enfrentadas entre sí como los Benavides y los Carvajales. También el clero, así como numerosos burgueses y un estimable número de mercaderes ricos y un variado repertorio gremial fue- ron atraídos por la bonanza del lugar.
Así nació el Renacimiento en Úbeda y Baeza, pero sin la figura del gran artista Andrés de Vandelvira, protegido de Francisco de los Cobos, secretario de Estado de Carlos V, no hubiera sido lo que realmente fue; él es el gran maestro del Renacimiento jienense. Estos dos persona- jes, Vandelvira y de los Cobos, junto con sus descendien- tes, son ejes centrales de la historia de Úbeda.
En este número nos referiremos exclusivamente a Úbe- da, dejando Baeza para otro posterior, y esto es así por- que es mucho lo que hay que contar de esta bellísima ciudad.
Geográficamente estamos en el centro de la Comarca de La Loma, entre valles bañados por los ríos Guadalquivir y Guadalimar, sobre unos cerros a 750 m de altitud, los famosísimos “Cerros de Úbeda”, objeto de leyendas y poesías.
Empezamos por la leyenda. Data de los tiempos de la Reconquista y la situamos en plena campaña contra los almohades. El rey Alfonso VIII manda a uno de sus capi- tanes vigilar un cerro cercano al puesto de mando.
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