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ÚBEDA
Éste pronto descubre una bella joven mora y queda prendado de ella, olvi- dándose de su misión se va con ella e ignora su cometido. A la mañana si- guiente el rey enterado de lo ocurrido le reprende y el bueno del capitán le contesta que “se había perdido por los cerros de Úbeda”. Cerros hay, pero no tienen la suficiente entidad para justificar el extravío de un solda- do. El capitán se fue por la tangente o por los cerros de Úbeda.
El genio Antonio Machado, muy vincu- lado a estas tierras pues fue profesor de Gramática francesa en el Instituto donde hoy está la Antigua Universi- dad de Baeza entre 1912-1919, le dedica un bello y corto poema a estos cerros:
“Cerca de Úbeda la grande, cuyos ce- rros nadie verá, me iba siguiendo la luna sobre el olivar”.
Comenzaremos la visita por su centro histórico paseando y admirando la fa- mosísima Plaza Vázquez de Molina o Plaza de Santa María. Bastante grande y de forma trapezoidal tiene
un carácter muy señorial. Uno ve tan- tos edificios que no sabe por dónde empezar.
En el centro la magnífica Sacra Capi- lla de El Salvador del Mundo pare- ce destacar de una manera especial. Fue mandada construir por Francisco de los Cobos, quien junto con su es- posa descansan en la cripta. Nume- rosos arquitectos y escultores intervi- nieron en su ejecución, la flor y nata de la época, como Diego de Siloe, Andrés de Vandelvira, Esteban Jame- te, Francisco de Villalpando. De su in- terior, francamente elegante, destaca la inmensa reja que separa el espacio reservado para la familia de la nave principal; el retablo del altar mayor realizado por Berruguete del que solo se conserva el conjunto escultórico de la Transfiguración de Cristo que im- presiona por su detalle; la sacristía y su extraordinaria portada en “esviaje”. Justo al lado, el Palacio del Deán Ortega, confesor de Francisco de los Cobos, fue realizado también por Van- delvira; es un edificio austero del que destacan sus balcones en esquina, su
Basílica de Santa María de los Reales Alcázares
Estatua de Vandelvira
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