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Mucho se ha escrito, y se seguirá escribiendo, sobre este personaje que pervivirá en la leyenda más que en la his- toria. No quiero anticipar calificativos sobre su persona, mejor la introducimos como enigmática y ya llegarán las conclusiones.
Isabel de Baviera, Sissi, nace en 1837 en Múnich, como tercera hija de la pareja ducal formada por Maximilia- no (un noble de inferior rango) y Ludovica (hija de rey y hermana de Sofía de Habsburgo, madre de Francisco José), el matrimonio tendría 8 hijos. Todos fueron ins- truidos en una educación liberal, sin distinción de sexos, como amantes de la cultura y la naturaleza además de los idiomas, aficionados a los deportes y muy importante: carentes de todo orgullo aristocrático; aficionados a las excursiones, escalaban montañas, nadaban en cualquier lago o río y eran aficionados a las grandes caminatas. Maximiliano disfrutaba de una vida despreocupada, ama- ba la vida conforme a las tradiciones populares, e incluso llegó a instalar un circo en su palacio de Múnich. Ludovica era de ideas poco convencionales para su ran- go, muy relajada de formalismos y muy entregada a la familia.
Sissi y Francisco José eran primos hermanos y como miembros de una misma familia no faltaron encuentros y reuniones familiares, y aunque en un primer momento pareció que la elegida iba a ser Elena, la hermana mayor de Sissi, Francisco José quedó prendado de ella cuando la volvió a ver, ella tenía 16 años y 23 él. Corría el año 1853 cuando se prometieron; al ser primos fue necesaria una dispensa papal, que se obtuvo sin problemas.
Retrato de Isabel de Baviera (Sissi) en una de las salas del Palacio
VIAJES
Después vendrían 8 duros meses de formación, antes de la boda (aprender los idiomas del estado multinacio- nal que era el Imperio, historia y política de la Monar- quía austriaca). Tan pronto como Sissi llega a Viena para comenzar esta formación es consciente de la curiosidad que despierta, es joven y guapísima, y además sobrepa- sa el 1.70 m de estatura. Esta curiosidad que despierta le desagrada profundamente y cual pajarillo asustado se oculta tan pronto tiene ocasión.
El 24 de abril de 1854 tiene lugar la boda en la Iglesia de los Agustinos de Viena.
La primera residencia de la pareja sería el Palacio Real de Laxenburg, al sur de Viena.
Como Francisco José ya había subido al trono, era em- perador hacía años, y había sido educado en el estricto cumplimiento de sus deberes, abandona a una Sissi des- bordada ante su cambio de vida, viajaba a diario a Viena para atender a los asuntos de Estado, mientras Isabel permanecía sola todo el día.
Su naturalidad y espontaneidad no se conciliaban nada bien con el estricto protocolo cortesano, y eso en Viena se veía como un defecto. Es de justicia reconocer que a Francisco José no le iban demasiado bien los asuntos de Estado, se enfrentaba a enormes desafíos políticos pues las diferentes naciones que integraban el imperio exigían mayores libertades y eran muchos los territorios víctimas de agitaciones y sublevaciones.
Las primeras visitas oficiales de la pareja, a Moravia y Bohemia, salieron mal; no se sintió aceptada por la alta
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