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Tal y como explican sus propietarios, para fomentar el tu- rismo sostenible, hacer uso de los productos locales “es fundamental”.
“Para nosotros es trascendental que el cliente entienda de dónde viene cada producto y apoyar así a que crezca la economía de proximidad”, explica la chef.
Además de sus proveedores locales, el equipo tiene su propia finca, de donde sacan algunos de sus productos que luego llevan a la mesa, tales como la algarroba de secano, los almendros y las higueras. Las carnes son to- das autóctonas, algunos de estos, el choto murciano o el cordero del Parque Regional de Calblanque y, en cuan- to a los pescados, todos procedentes de los principales puertos comerciales de la Antigüedad.
La carta se completa con una bodega de más de 750 referencias de vinos y con uno de los mejores carros de quesos de España, con más de 40 variedades entre na- cionales y de importación. Como establecimiento tienen el certificado de la Huella de Carbono al emanar el nivel más bajo de gases nocivos en la cocina. “Con acciones pequeñas, pero considerables, promovemos el reciclaje, no usamos plásticos y nos apoyamos en los envases re- utilizables”, aseguran desde Magoga.
De esta manera, Cartagena se convierte en un destino cercano, cálido y con mucho por ofrecer; este verano, sus hosteleros están ansiosos por recibir a los turistas de todo el mundo para mostrarles todo el esplendor de la región de manera eco sostenible.
ECO DESTINOS
Quisquillas de nuestra costa
Vista de la sala, restaurante Magoga
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