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Mezquita de Mascate
Un viaje singular como pocos, lleno de aventuras y calidez
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LA VENTANA DE MANENA
Al entrar en el Kempinski sobresale su retrato, acompa- ñado de su sobrino, el actual sultán, Haithan bin Tariq Al Said. El lienzo muestra a un hombre mayor de gesto amable, calzando en la cabeza el kummah, al igual que todos los hombres de su pueblo, y una impecable túni- ca blanca, disdasha, del tipo de la que viste Qasim. Y hablando una vez más de Qasim, prototipo del hombre omaní, su barba larga y blanca le hace parecer a prime- ra vista un venerable anciano, si no fuera porque entre cabello y barba sobresalen unos ojos jóvenes al igual que sus manos.
Al Mouj, un lujoso y moderno barrio
El hotel está en uno de los barrios más selectos de Mascate, el distrito de Al Mouj. En cuanto dejo las male- tas, me ducho, y medito algunos segundos sobre dón- de estoy -de mucho viajar, es fácil confundirse- salgo a pasear por la marina. Me encuentro con unas mujeres rubias que hablan animadamente en inglés. Mi expe- riencia viajera, o esa intuición- que no falte- me dice que son profesoras del colegio internacional de Omán ¡Así es! Con solo echar un vistazo se intuye que es un barrio donde viven muchos expats. Charlo con ellas de su vida en Omán, serena, sin grandes emociones y de muy fácil convivencia con sus habitantes, dicen. Se les abre la sonrisa al hablar con cariño del pueblo omaní y de la seguridad que se respira en sus calles. Sigo camino hacia la Plaza Marsa , enclave de restaurantes y cafés de moda https://www.almouj.com/en y me paro en la terraza de deliciosa pastelería Ladurée con vistas a la marina, donde un par de jóvenes omaníes,