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Finca pública Galatzó en Es Capdella
Vista panorámica desde El Mirador
Simpático y elocuente nos habla sobre la trayectoria del restaurante, de gastronomía tradicional ibicenca, como tenemos el privilegio de comprobar, cuando salen a la mesa el escabeche de bonito con vinagreta de cava, la borrida de ratjada (guiso de raya), los calamares relle- nos de sobrasada o el arroz de matanzas.
Un capricho de lujo.
Dejamos el centro de Ibiza con una amenaza de tor- menta, la mar revuelta y el cielo negro, que se convirtió en una tempestuosa realidad al llegar al Hotel Son Bun- yola. Yo a estos aguaceros huracanados, mientras no lleguen a mayores, les encuentro cierto encanto y más si el escenario que enmarcan es de la belleza y cate- goría del hotel y villas rodeados de olivos y viñas esca- lonadas; de fondo el mar, capricho del multimillonario Richard Branson. La cena no tuvo paragón tanto en los manjares como los vinos, amenizada en todo momento por el sonido del viento y hasta de las ventanas que se abrieron de golpe realzando el dramatismo del plató.
De sorpresa en sorpresa.
Otro as balear fue el conocer a la simpática, rubia y altísima Adriana Blascikova que nos acompañó el res- to del viaje. Graciosa y habladora, mientras íbamos en el coche hacia la Sierra de Tramontana, nos contaba detalles cotidianos de la vida mallorquina, alternando datos históricos, políticos, sociales, lo que se terciara... Entre risas e interés llegamos a la finca pública Galatzó en Es Capdella, que cumple las veces de refugio para excursionistas, siendo uno de los proyectos financiados con el impuesto de turismo sostenible.
LA VENTANA DE MANENA
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